hoy vi brillar el manto de espigas doradas que adornan como luces de miel o tiritas de caramelo tu frente de suaves curvas y como una taína caí de rodillas ante tus tres carabelas que se abrieron paso sin clemencia conquistando mi alma mi espíritu mi historia adueñándote de mi amor con tu luz güera así de salvaje y Dios mío ¡cuánta luz! si desde que vi tu pelo de trigo tu pelo de llanura por la tarde nunca más el sol volvió a ser brillante porque ahora para mis ojos vos sos sol y encandecida te veo iluminar a los pájaros a los perros y al arroyo y a la tierra seca y a los que te miran incrédulos porque no pueden ocultar la sonrisa que les provoca tu carcajada de campanas no sabía que aquella mañana de solsticio iba a dar a luz al sol que nunca se apaga y que todo pero todo lo transforma en amor
peces y frazadas dentro de las llaves que abren cualquier candado no se sentía ni un brillo en aquel abril pero se jugaban los sombreros en toda apuesta y hasta quizás algún que otro beso rezongaban por barajarse en las auroras aquellos ángeles de pósters hasta que las pegatinas ya no embarraban y se hacían quimera en el cuarto ¡y la honra! que te descajeta incluso los huesos sin saber si es una faca o si la ausencia te toca la puerta donde ya una vez se vistió con perfume al niño ¡mierda que se jode con dientes al corazón! al fin siempre se cobra todas las jugadas dejandote deshojado y en completo silencio sintiendo que la sangre se pisa con la lengua